Por Atilio Velis

Víctor Lidio Jara Martínez, hijo de Amanda Martínez y de Manuel Jara, originarios de chile, vivió casi toda su niñez en un fundo en Lonquén, donde su padre trabajaba arando los campos, y su madre ama de casa, su madre cantaba en velorios, acompañada de su guitarra para ganar dinero. “Mi mamá era cantora como decimos los chilenos y cada vez que tenía que ir a alegrar una fiesta o un velorio allá partía con el más chico de los seis que era yo. Los rasguidos de la guitarra penetraban en mí; recuerdo que me quedaba detenido frente a ella escuchando la guitarra.”

Víctor ingresó al servicio militar y luego de un año volvió a Santiago y es recibido en la casa de quien le enseñó a tocar la guitarra, audiciona para cantar en el coro universitario, en el cual es aceptado, donde la bailarina principal es la inglesa Joan Turner, quien más adelante se convertiría en su esposa. En 1958 estudia dirección de teatro en la Universidad Técnica de Chile. Se inicia cantando con el grupo de música folclórica Cuncumén, del mismo modo, escribía poemas, luego Víctor compone como solista. Víctor decía: “Soy folklorista, soy un hombre de extracción popular. Aprendí desde pequeño el lenguaje de los más, que son los más humildes y humillados. Conocí las sílabas del viento, de la poesía hermosa y natural de la vida allá en el campo. Mi madre me enseñó a cantar”.

El Primer Festival de la Nueva Canción Chilena en 1964 vio nacer una de las canciones de Víctor Jara que se ha convertido en un himno latinoamericano de lucha para los pueblos, “plegaria a un labrador” que es un llamado a todo el pueblo chileno a unirse y luchar por recuperar lo que con sangre se les había quitado; en ese momento los EE.UU tenían injerencia en Chile y junto con el gobierno lo tenían sumido en pobreza.

El 5 de noviembre de 1970, amaneció con la noticia que Salvador Allende había ganado las elecciones presidenciales, todo Chile celebraba. El 11 de septiembre de 1973 Salvador Allende iba a dar una exposición sobre los peligros de la guerra civil y el fascismo en Chile en la Universidad Técnica de Chile, Víctor cantaría ahí, ese día con el bombardeo de la Moneda, se da inicio al golpe de estado a Salvador Allende propiciado por Augusto Pinochet, apoyado por el gobierno de los EEUU.

Cuanto Víctor es trasladado al estadio de Chile, un soldado reconoció a Víctor Jara en la entrada y dijo: ¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! ¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! Repitió iracundo el oficial…. ¡No me lo traten como señorita, carajo! Ante la orden, el soldado levanta su fusil y le da un feroz culatazo en la espalda a Víctor. . ¡Ch’e tu madre! Vos sos el Víctor Jara huevón. El cantor marxista, ¡el cantor de pura mierda!... Yo te enseñaré hijo de puta a cantar canciones chilenas, ¡no comunistas!, y continúan golpeándolo y la sangre comienza a correr su cuerpo, luego Víctor es sacado de la fila y llevado a un sótano, más tarde lo regresan con los demás.

Unos amigos intentan disfrazar a Víctor Jara, cortándole con un cortaúñas el cabello y cambiándole de ropa, para que ya no fuera torturado, pues el odio hacia él era por su música, la última vez que fue torturado llegó con las manos seriamente heridas. Y es duramente torturado durante cinco días, todas las personas están siendo sacadas del estadio de Chile para ser enviados al Estadio Nacional, un grupo de quince personas son llevadas al sótano, entre ellas, Danilo Bartulin, Litre Quiroga un importante jurista socialista y Víctor, estando en el sótano dan la orden de liberar a Danilo y este otorga una mirada de despedida a Víctor, pues ambos sabían lo que le esperaba, pero aun en esos duros momentos el rostro del cantante reflejaba una humilde sonrisa, es en ese lugar que asesinan a Víctor, en su cuerpo se encuentran 44 perforaciones de disparos, el cuerpo es encontrado más tarde en las cercanías de un panteón, y fue sepultado por su esposa Joan Turner.

Minutos antes de morir, Víctor Jara escribe su último poema, titulado “somos cinco mil”, el cual es memorizado por un grupo de amigos de Víctor ya que tras varios intentos no pudo salir en el papel que fue escrito.

Música popular

En Chile, los músicos de la Nueva Canción le brindaron apoyo absoluto al gobierno de la Unidad Popular, que subió al poder en 1970 elegido democráticamente por el pueblo. Este hecho tuvo una trascendencia para El Salvador debido a los lazos culturales e históricos que tiene en común con el resto de América Latina. Importante fue el triunfo del pueblo nicaragüense para impulsar la lucha social en El Salvador ya que subsistía la idea que se pudiera repetir la Azaña, Luis Enrique Mejía Godoy lo expresa “si Nicaragua venció El Salvador Vencerá y Guatemala le seguirá”.

La lucha en los procesos revolucionarios no sólo es armada sino también ideológica y era necesario también ganar esta lucha. Ésa es la razón por la que la música era muy importante, y canciones como plegaria a un labrador, el derecho de vivir en paz de Víctor Jara reflejan la lucha de los campesinos y llamaba a la organización, convirtiéndose en himnos de procesos revolucionarios latinoamericanos. A Víctor Jara se le ha unido, Alí Primera, Mercedes Sosa, Inti llimani y muchos más que en su canto ha sido portador de revolución. Es por ello que hasta hoy sus cantos se siguen entonando.

* —— *

Parte de un proyecto de investigación, ganador del 2º lugar en el Festival de Derechos Humanos (DH) realizado el pasado 26 de octubre en la UES en honor a Herbert Anaya Sanabria, defensor salvadoreño de los DH.

­