Por Berne Ayala / Opinión

Periodista independiente y escritor salvadoreño, uno de los más prolíficos de la pos guerra, quien militó en el Partido Comunista Salvadoreño durante la guerra civil.

El problema cultural más complejo que enfrentamos hoy día es el ataque infundado sin pruebas en el nivel más rastrero y miserable de nuestra especie. Se calumnia y ataca sin pruebas incluso desde la misma militancia, no podemos ocultarlo. Gente supuestamente inteligente da por ciertos hechos que no conoce, repitiendo lo que otros aseguran en el clásico discurso del chisme de calle, que se ha vuelto un modelo político de persecución global. La pregunta interesante es: ¿quién te defenderá cuando vengan por vos y te consideres inocente de lo que te acusan, quién?

La personalidad de Sigfrido Reyes y su simpatía, no deberían ser el punto de partida ni mucho menos el fundamento para asegurar que es culpable, porque bien sabemos que las acusaciones infundadas de este siglo germinan precisamente en los sentimientos más bajos del ser humano, en el odio tan difundido en las redes sociales.

Nunca fui cercano de Sigfrido Reyes, ni en los días de la montaña, en toda mi vida me habré bebido un café con él, pero no se defienden los individuos por simpatía (si somos realmente seres pensantes y esencialmente políticos), se defienden las instituciones, los conceptos y las grandes categorías políticas y filosóficas que han sido y son parte de la evolución de la justicia y el derecho, porque solo por esa vía se puede defender al individuo y en resumidas cuentas a la humanidad.

Tarde o temprano vendrán por otros y cuando nos pongan de rodillas, nos escupan a la cara y nos humillen, no veremos el rostro de los otros, será el nuestro y aunque gritemos nuestra inocencia, nadie estará a nuestro lado, estaremos solos.

Lo errores y malacrianzas que se han cometido en este proceso histórico del siglo XXI por el FMLN, sean errores individuales o colectivos, sean perdonables o imperdonables, deben encararse con dignidad y franqueza, con humildad y serenidad, con audacia e inteligencia, con respeto hacia la inteligencia de los demás, será la única fuente moral y ética viable para construir una estrategia de defensa global.

Siguen pendientes una serie de pedidos de disculpas y reconocimiento de los grandes fallos cometidos  por la mayor parte de la dirigencia efemelenista, y mientras no se asuman con dignidad, cualquier aldeano, cualquier detractor, cualquier desconocido o cualquier cercano o incluso íntimo, les condenará sin necesidad de pruebas, le arrancará los ojos y el corazón en cualquier tablero de tuiter.

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