Por Peter Nataren | Opinión.

Con las recién pasadas elecciones del 4 de marzo tenemos como resultado, un proceso que nos deja importantes elementos para una reflexión profunda sobre el destino político de este País. Ha sido un evento que más allá del resultado nos permite sin duda evaluar los últimos años administrativos de gobiernos y el accionar democrático de los diferentes partidos políticos.

¿La ciudadanía salvadoreña que no es afiliada en su mayoría a estas instituciones, que tan importante se habrá vuelto bajo esta coyuntura que tenemos ahora en el País?

Es una pregunta que puede tener varias respuestas importantes por primera vez. Ya que los resultados del 4M son únicos en las últimas décadas de procesos electorales que ha vivido El Salvador desde el fin de la guerra civil; han desequilibrado el poder institucional que permitía en cierta medida gobernar.

El FMLN había albergado esperanzas de cambios para un buen conglomerado de votantes de clase media que simpatizaban electoralmente, la inmovilidad a las urnas de ese voto dio como resultado una Asamblea Legislativa donde la derecha tendrá el poder y a un FMLN como simple espectador.

Si este mapa electoral es resultado de quienes no fueron a votar por el FMLN, aunque ARENA es victoriosa electoralmente, también sufrió la baja de más de 60 mil votantes.

Si las quejas son de que el país sigue mal, pero ahora podría ser más mal para gobernar, entonces cual puede ser el mensaje más correcto de estos resultados.

En el 2016 pudimos ver un fenómeno en Estados Unidos con el proceso electoral que ese país vivió para elegir presidente. En la precampaña de los dos grandes partidos que se rotan el gobierno había algo no muy inusual; el mismo presidente Obama cuando estaba en la Habana lo mencionó, que nunca se había visto un precandidato con discurso antimonopolios Capitalistas con un alto nivel de seguidores y por el otro lado un postulante que decía de todo a sus mismos líderes del partido, pero conservando una ventaja de simpatizantes inmensa que no solo lo llevo a ganar la nominación, si no que ganó la presidencia del País.

En esos días participé en un mitin del señor Sander en California, donde el estadio de una pequeña ciudad se abarrotó de miles de personas, la mayoría jóvenes que cargaban consignas, que no eran para cambiar su sistema, si no para poner frenos a ciertos nepotismos, en desacuerdo con las candidaturas tradicionales de las élites de ambos partidos, estaban artos y dispuestos a darle un giro a esa rutina.

Ambos partidos sufrieron la misma arremetida en ese país. El comité que decide en el partido Demócrata terminó desechando la amenaza de Sander, así destruyeron las expectativas de millones de personas y los resultados electorales fueron fatales en las presidenciales.

Por el otro lado los republicanos no tenían nada que hacer, los resultados internos eran tan abultados a favor de Trump que tuvieron que asumir sus consecuencias, aunque sus intereses estuvieran en juego.

En conclusión: quienes votaron por este personaje no lo hicieron por que previeran un mejor país, sino porque estaban hartos de lo mismo, aprovecharon la oportunidad para dar la lección sin importar las consecuencias que esto podría traer.

En El Salvador tenemos resultados desastrosos para el FMLN, y se debate si fue voto de castigo o en verdad la gente está harta, asimilando ya 30 años de gobiernos que cerraran sin haber cambiado en nada el modo de vida de las mayorías y profundizaron más el Neoliberalismo.

Pero si fuera voto de castigo; eso no es tan grave, aunque se perdió capacidad de maniobrar en el congreso por 3 años, habría una señal clara de que algo anda mal y hay que corregir errores que no le gustan al voto pensante, incluso eso podría no solo darle al FMLN respaldo electoral, si en el camino se corrigiera la carga, podría el FMLN algún día obtener un masivo respaldo popular que es muy diferente al respaldo electoral.

Esa sería una lectura positiva para conservar la institucionalidad de un partido, qué a pesar del deterioro de sus relaciones sociales y políticas con los grandes sectores en los últimos años, aún sigue siendo la opción más sana para el País.

Pero si estos resultados no trataran de un castigo electoral particular; entonces si tendríamos una señal alarmante para todo el sistema de partidos en El Salvador. Por qué estaríamos a las puertas de una ruptura institucional de lo que hasta ahora se ha manejado como garante de democracia para guiar El Salvador.

Podríamos tomar como termómetro el aumento en la pérdida de confianza hacía los partidos políticos que ha venido dándose en la opinión pública, incluso se ve mucha indignación con la lógica tradicional de gobernar, comparando a todos los partidos por igual, dándole a la clase política el sinónimo de corrupción y desilusión casi automáticamente.

Los procesos siempre han sido esperanzadores en El Salvador, la población ha vivido de esperanzas en los últimos 30 años, pasando por gobiernos que mal pagaron a sus seguidores y dando al fin contra toda la maquinaria de poder mediática y económica, al FMLN la primera victoria presidencial en el 2009. Eso significó que la ciudadanía era capaz de sacudirse cualquier falsedad electoral con el tiempo.

Fue un momento muy importante; pero la izquierda no pudo organizar un verdadero proceso político de unidad social, no se fundamentaron las bases con la población, ni se generó conciencia y disponibilidad de defensa para largo, los cambios no podían concretarse si se recuperaba la derecha tan pronto, que había sido derrotada y como suele pasar: dividida, fracturada por todas las intrigas internas que les con llevo post elecciones.

ARENA resurgió después de sacudirse a su presidente de partido y mandar por la puerta de atrás a todos los qué según la burguesía, eran unos oportunistas que se habían apoderado de su instrumento garante de beneficios capitales.

Mientras eso pasaba, el gobierno de Funes se dormía en los Laureles con una equivocación rotunda al acuñar un discurso de Unidad Nacional. Se distanció oficialmente de quienes le llevaron al gobierno, cometió errores políticos graves como el que se negara a estar presente en los eventos del 1 de mayo, tal como lo había prometido el año que ganó, creando a su alrededor círculos de personeros no sanos para el legado revolucionario con que muchos habían soñado décadas atrás.

Y el FMLN a la vez cometía el error más grande de su historia: desmovilizar a sus seguidores que habían estado 20 años acompañando la tarea de echar ARENA del gobierno. Comunidades enteras que fueron bastiones de lucha y de demandas justas ante los gobiernos de ARENA, se quedaron meramente a esperar los ofrecimientos que la campaña les había endulzado.

El gobierno de transición terminó en nada si lo vemos en términos políticos claves: no aseguró la base social nacional que diera fuerza al próximo gobierno. A pesar de eso el segundo mandato tampoco revirtió el escándalo histórico de retroceso organizativo, llegando al punto que sus seguidores y aliados históricos en vez de acompañar al gobierno organizadamente para lograr programas de cambios reales como el caso de las reformas económicas, se convirtieron también en una masa de presión que exige sus beneficios, quedando así un gabinete y un partido casi solos en su aventura con un discurso de revolucionar el sistema.

Ahora el ex presidente está en el exilio sin que nadie meta las manos por él y por múltiples argumentos que publique, hay algo que no tiene perdón en la historia de la izquierda de este país, y es que termino haciendo lo que Schafik Handal había advertido años atrás.

Con todo esto que ha pasado; ¿entonces que le quedará por probar a esta sociedad?

Principalmente la generación joven, incluso los que tenían 10 años en el 2009 y no tuvieron acceso a una reforma educativa de calidad. En el 2019 ya tendrán 20 años de edad, que factura podrían cobrar en las urnas si salen a votar.

El porcentaje de los desinteresados en votar sigue siendo mayor. ¿Si el voto nulo representa a los indignados con el accionar de los partidos, entonces los que no votan cuál es su mensaje?

Por muy simple que parezca, pero quienes expresan: “si no trabajo no como, me da igual votar o no.”

En el fondo es una expresión que encierra la desesperanza de sobrevivencia en este país. Entonces podríamos decir con esto que el problema no son los partidos políticos; si no todo el sistema estructural y por ende la gobernabilidad no tendrá rumbo. Si esa expresión popular es una realidad, eso implicaría que este país no tiene por ahora condiciones de mejorar en los próximos 10 años, llegue, quién llegue a la presidencia en el 2019.

Como dice el poeta izquierdista Mexicano Javier Sicilia, “no iré a votar por nadie, porque el problema de México es sistémico, no es que si llega López Obrador va cambiar para mejor, eso es falso, él tendrá que apegarse a las normas en que está funcionando el sistema actual”.

Entonces que pasaría con los movimientos que surgen en estas coyunturas.

Si la ciudadanía vive de esperanzas, es lógico que se puede captar el desacuerdo e impulsarlo en revancha contra los que ya tienen un inmenso desgaste político.

Y para nuestras curiosidades El Salvador está en esa fase, por ejemplo; algo que ha surgido es el movimiento Nuevas Ideas representando esa coyuntura, será entonces algo pasajero al igual que lo sucedido en España con PODEMOS o lo que sacudió las figuras tradicionales de Estados Unidos.

Nuevas Ideas nace de una pugna de intolerancia no razonada y mediáticamente capta el sentimiento de miles de personas que están en capacidad de probar esperanzas proselitistas nuevamente, aunque en el fondo el problema sistémico será siempre el mismo, la vida no cambiara estructuralmente, ni en uno o dos periodos de gobiernos más, porque no hay madurez política sana en la clase política actual para hacer esas transformaciones, tampoco el relevo generacional transcendental que pueda destrampar esta realidad no está listo en el corto plazo por lo visto.

Pero bajo esta perspectiva lo que si hay que tomar en cuenta es que la realidad es esa, no hay que aferrarse al gobierno o al poder, hay que asumir que eso es lo que hemos conservado y por lo tanto los resultados estarán, aunque no sean los deseados. Nuevas Ideas será un movimiento que posiblemente tenga la posibilidad de inscribirse como Partido Político, pero seguirá siendo eso, un simple movimiento que quiere lograr su objetivo o también si las reglas jurídicas no le dan más, tendrá que aliarse a estructuras ya existentes para sentir su satisfacción final.

Pero por muy light o ligero que parezca este movimiento no se puede subestimar, porque no es producto de un fuerte liderazgo con potencial de madurez política, sino que es resultado de un inconformismo que en este corto plazo no tiene vuelta atrás.

Estamos en una época que por mucho que queramos negar, las redes sociales para bien o para mal, han sustituido la construcción de sujetos libres en pensamiento maduro. Ese vacío que dejó el contacto directo con el pueblo salvadoreño, que uno u otro movimiento con diferentes ideologías políticas algún día tuvieron fuerte y permanentemente ha sido hoy llenado por lo virtual, ahí sin orientación se dice de todo y participan todos, o sea se ve que este país necesita comunicación política clara, algo no resuelto en 30 años.

De todo esto nada bueno podrá surgir a futuro, solo experiencias. Por cierto, cada generación debe de resolver su historia. No creo que la división de clases de frutos buenos para un movimiento como Nuevas Ideas a largo plazo, no se puede crear y fortalecer un partido con esa diversidad en un país tan polarizado, pero si puede ser un movimiento que aglutine de todo para una coyuntura específica.

4 de abril, 2018.

 

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