Por Edilberto Escobar / Abriendo Brecha

A tempranas horas del 19 de junio de 1980, batallones del destacamento militar número Dos de Sensuntepeque, caminaban rumbo a la comunidad Santa Marta “por Victoria y por El Guayabo, acompañados de altos dirigentes de la Guardia y también civiles que conocían muy bien a la gente de las comunidades, señalando a quienes debían matar”, recuerda Don Víctor Rivera uno de los sobrevivientes.

La masacre campesina en “Los Planes, La Pinte y El Picacho” fue uno de varios hechos que marcaron a la comunidad Santa Marta durante la pasada guerra civil.
Han pasado 39 años del hecho que dejó más de una treintena de campesinos asesinados de manera cruel, por soldados del DM2.

A pesar del tiempo las y los habitantes del canto Santa Marta, continúan recordando a sus mártires, con la caminata “Memoria contra el Olvido”.

Como ya es costumbre la caminata estuvo marcada por la participación de muchos habitantes de la comunidad entre ellos jóvenes como Sindy Escobar quien enfatiza que seguir recordando a sus familiares víctimas de la masacre “es una de las mejores herencias que pueden dejar a los jóvenes, a los niños, para que ellos sepan todo lo que ha sufrido la comunidad, y no olvidar lo que ha pasado”.

En la conmemoración de los 39 años de los mártires de los planes, el obispo Luis Alberto Quintanilla de la iglesia católica El Magnifica, a la luz de la palabra apuntó que la comunidad Santa Marta al igual que las primeras comunidades cristianas siguen con su acto de rebeldía en seguir recordando a sus mártires.

Señaló que “conmemorar el martirio de nuestros hermanos y hermanas que han sido asesinados en los años 70s y 80s, es también tener presente, unir el cuerpo de Cristo de la historia del 80, con el cuerpo de Cristo del año primero”.

Además, enfatizó en que, así como el Apóstol Pablo continuó conmemorando el martirio de Jesús, la comunidad Santa Marta también debe continuar transmitiendo su memoria histórica a los demás.
Y es que “si nos olvidamos o si nuestros familiares no están contando lo que sucedió, perdemos nuestra identidad, eso quiere decir, perdemos lo que somos; santamarteños y santamarteñas, que hemos nacido en tierras que son fruto de una lucha”, recordó también María Esperanza una de las jóvenes que participó.

El tiempo pasa, pero “la principal razón del porqué a 39 años seguimos moviéndonos a los lugares que tienen un simbolismo, un valor histórico, es la identificación y el reconocimiento con nuestros familiares, así como la necesidad que se haga justicia, que en el país se conozca la verdad” explicó Leonel Rivas del equipo organizador.

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