Por Abriendo Brecha.

En la lucha de la memoria contra el olvido, la verdad y la justicia, Santa Marta conmemoró este 18 de noviembre la masacre campesina de Santa Cruz y la Ofensiva Final del 1989, con un recorrido desde la colonia Las Vegas y un acto cultural en la casa comunal en memoria a los mártires y héroes.

Conmemoramos no sólo para hacer memoria de los hechos pasados, también para tener una mirada crítica y autocrítica del presente, revisarnos a nosotros mismos, quienes somos y qué hacemos. Hoy que conmemoramos 36 años de nuestros mártires de Santa Cruz y 28 años de nuestros héroes y heroínas del 89, justamente es lo que debemos hacer”, señaló Leonel Rivas en el mensaje en nombre del equipo organizador de los actos conmemorativos.

Los hechos de antes, durante y después de la masacre de noviembre de 1981, fueron dramatizados en la obra de teatro “Al otro lado de Santa Cruz”, por un grupo de niñas y jóvenes que caminaban con la población, realizando tres estaciones, en la placita de la colonia Las Vegas, la canchita “Profesora Esperanza Velis” y en la casa comunal.

 

“La media noche del 15 de noviembre de 1981 unas 1,000 a 1,500 personas salieron de casa de doña Sara Alvarenga en Peña Blanca con destino a Guazapa. El operativo militar había iniciado el 11 de noviembre comandado por el Teniente Coronel Sigifredo Ochoa Pérez del Destacamento Militar número dos de Sensuntepeque”, resueltos a “limpiar la zona” de campesinos y guerrilleros, masacrándoles en masa.

Se desconoce la cifra de campesinos asesinados y desaparecidos, entre ellos bebés, mujeres embarazadas y ancianos. “En ese tiempo yo escribí, que pensaba, que mínimo, mínimo, mínimo, ... en el mismo instante del ataque -eran- 50 -muertos-, pero había más de 200 personas desaparecidas”, nos comenta Philippe Bourgois, antropólogo estadounidense y sobreviviente de la Masacre de Santa Cruz en 2014.

Según lo relatado en el mensaje por Leonel basado en el testimonio de sobrevivientes, “pasada las 8:00 de la mañana del 16 de noviembre se vieron alzar “tres chorros de humo negro” de los cuerpos que fueron quemados por el ejército, entre ellos heridos. Algunos lugareños confirman la veracidad de este hecho y recuerdan que en los días siguientes enterraron trozos de cuerpos que encontraron tirados en la zona”. Pero Ochoa Pérez asegura que "en El Salvador no hubo masacres durante la guerra"

Muchas personas se regresaron del río Copinolapa y se enmontañaron durante días sin comer, algunas heridas, hasta que con el paso de los días lograron volver al refugio en La Virtud.

En el interior de la Casa Comunal, un coro de niñas, interpretaron el conocido canto “Pedimos Paz”, compuesto en los campos de refugiados de Mesa Grande, acompañadas por el profesor Víctor Torres con su guitarra. Luego un grupo de mujeres danzaron “Una Ofrenda a los Caídos” y el grupo “Memoria y Teatro” de CoCoSI presentó la obra “La milonga del fusilado”, un relato basado en una joven que busca saber quién fue su padre.

Históricas letras del canto popular y de protesta fueron interpretadas por las agrupaciones “Fusión Clave” de la comunidad San Francisco Echeverría de Tejutepeque y “Romero de Corazón” de Mejicanos San Salvador, este último cerró la conmemoración.

Un momento especial fue el recorrido con velas encendidas entorno a la plaza central, mientras coreaban el canto “17 de marzo” de don Norberto Amaya, que concluyó con el mensaje.

Este canto está basado en la guinda de marzo de 1981 que obligó a esta población campesina salir al exilio a las aldeas fronterizas de Honduras, donde 7500 refugiados se concentraron en los meses siguientes en La Virtud y las difíciles condiciones de insalubridad llegaron a provocar la muerte hasta de 7 personas diarias, además de todo el acoso del ejército hondureño, que capturó, desapareció y asesinó refugiados.

En estos actos conmemorativos también se recuerdan a los “más de 50” héroes y heroínas de la ofensiva del 89, pues “más de 300 combatientes guerrilleros participaron de la zona de Santa Marta” y “al igual que otros cientos que cayeron a lo largo de más de doce años de guerra civil, no pueden ser olvidados jamás. Compañeras y compañeros que no rehuyeron al compromiso histórico de luchar por un país más justo y próspero”, reflexionó Rivas.

“Que nuestra venganza sea ser felices, pero la felicidad y la paz tampoco se construye sola”. Por lo que llamaron a redoblar esfuerzos para mantener la memoria histórica y una paz duradera, la que no se puede lograr sin verdad ni justicia.

Al evento hizo presencia la diputada Marina Alvarenga, para acompañar a la comunidad.

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