Por Ramiro Laínez
Abriendo Brecha


Foto: Maricela Ramos entrevista a don Juan Rodas

Es bonito vivir en paz, para qué andar con esas tonterías de andar masacrándose o matándose, porque eso es triste

Con la iniciativa de Guido Flores, el apoyo de personas solidarias, el trabajo de pobladores de San Jorge y Santa Marta se está construyendo un memorial en las riberas del río Lempa, en la zona conocida como Piedras Coloradas, con el propósito de recordar y rendir homenaje a decenas de hombres y mujeres, niñas y niños de Santa Marta, que murieron en la masacre cometida el 18 de Marzo de 1981 por el destacamento Militar #2 de Sensuntepeque, cuya fecha es inolvidable en el imaginario colectivo de los pobladores de Santa Marta, que a 35 años continúa exigiendo verdad y justicia.

Hasta ahora nadie ha sido juzgado por los crímenes cometi-dos y las heridas de estos horrendos hechos siguen presentes en la vida y memoria de aquellos que la vivieron de manera directa.

Don Juan Rodas, un campesino originario del Caserío San Jorge del Cantón San Antonio es uno de ellos, quien recuerda aquel duro momento como “una historia negra”, según le comenta a Maricela Ramos en la siguiente entrevista.

Maricela ¿Don Juan qué significado tiene para usted tener un memorial cerca de su casa?

R/ Es necesario recordar el tiempo que vivimos, el año 80 fue un momento difícil para todos, que nos obligó abandonar nuestras casas a punta de bala para salvar nuestras familias y migrar a tierras hondureñas, recuerdo que entramos primeramente 7,500 personas al valle de Los Hernández, en ese momento dimos gracias a Dios que nos apoyó la Cruz Roja Internacional y por supuesto la gente de este valle que de ahí nos venía el abasto para comer.

Maricela ¿Qué nos puede contar de la masacre de Piedras Coloradas?

R/ Eso fue tremendo, en este lugar, Piedras Coloradas Rio Lempa todos íbamos en dirección hacia el Portillo el Mojón, yo encontraba a las personas tapándose… ya que iban sin ropa, más adelante se les proporcionó un poco de ropa. Mientras caminábamos, yo encontraba muchos cuerpos sin cabeza en esos cerros que por cierto ahí están enterrados, posiblemente sean más de treinta personas que se pueden contabilizar, que quedaron en este lugar; el ejercito los mató por gusto.

Maricela ¿Cuáles fueron las escenas más impactantes para usted en este paso?

R/ Cuando uno se acuerda de eso, es como si utual ha pasado, porque estas son historias que no se olvidan nunca, vivimos esta guerra con mucho sufrimiento y no deseamos que haya más guerra.

Maricela ¿Qué mensaje le puede dar a la juventud sobre esta masacre después de 35 años?

R/ Es bonito vivir en paz, para qué andar con esas tonterías de andar masacrándose o matándose, porque eso es triste.

Maricela ¿Ayudó a pasar gente en el rio durante la masacre?

R/ Mire mamita, yo fui un guerrero en Lempa, sin arma, pero fui, en ese rio pasando la gente que necesitaba cruzar, el patio de mi casa era grande y ahí llegaba la gente, eran cientos de personas que pedían que los pasara especialmente cuando venían los operativos, en la noche no se prendía luz, la mu-jer molía en lo oscuro para darles de comer a todos, era guerrera la mujer también, porque nos daba de comer a todos.
A las nueve de la noche en adelante me venía para Lempa con ellos, todos agarrados de la mano para que nadie se perdiera por el camino y que nadie los controlara, ya en Lempa los pasaba tres por tres en un perol para el otro lado y yo fui el pasador hasta que se acabó la guerra y por suerte sigo vivo todavía y soy guerrero por eso…

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Don Juan Rodas es una de las personas que se identificó, luchó y caminó a la par de muchos hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas por cambiar la realidad de injusticia y violencia que se vivía en el país.
Ahora con más de setenta años de edad, su hijo Bernardo Rodas, más conocido como Nando, dirige la construcción del monumento en honor y memoria a los caídos en la masacre de Piedras Coloradas.

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