Por Leonel H. Rivas | Abriendo Brecha.

La madrugada del 17 de marzo de 1981, toda la población de la zona de Santa Marta y sus alrededores fue concentrada en la iglesia de Peña Blanca, donde fue informada que no quedaba más alternativa que huir hacia Honduras, cruzando el río Lempa.

“El 17 de marzo, fecha inolvidable, se nos dijo que la única alternativa era huir para Honduras, porque a los cuatro lados iba entrando tropa y los aviones y helicópteros bombardeaban desde el aire. En ese momento empezamos a caminar, las mujeres y los niños hacia el río Lempa, y algunos hombres se quedaron cuidando las pertenencias. La mayoría de personas salimos solo con los vestidos que llevábamos puestos, con los niños en los brazos. Muchas mujeres dieron a la luz en el monte. Iban ancianos que no podían caminar, en hamaca, hombres ayudando a sus familias y otros pasando a la gente. Eso era muy cruel. Los que logramos llegar hasta el rio comenzamos a pasarnos para el otro lado, y los que no podían nadar se ahogaban. El río se tiño de sangre”, recuerda Aida Hernández, sobreviviente.

Lo más difícil fue la mañana del 18 de marzo, cientos de personas desesperadas buscaban cruzar el río que se había desbordado porque abrieron las compuertas de la represa 5 de noviembre. Quienes podían nadar pasaron a sus familias y ayudaron a otras personas.  Muchos murieron ese día por impacto de bala o ahogados.

El operativo militar contrainsurgente tierra arrasada que empezó la madrugada del 15 de marzo de 1981 “y en el que participaron el Segundo Destacamento Militar de Sensuntepeque, así como refuerzos provenientes de otros destacamentos y de la Fuerza Aérea” que incursionaron a la zona del cantón Santa Marta y Peña Blanca, dejando a su paso mucha muerte, destrucción y desolación.

Quemaron las casas y cosechas y mataron a toda persona que encontraron a su paso. Ancianos que fueron asesinados cruelmente en sus casas, porque decidieron quedarse. Otros murieron en el camino asesinados por el ejército salvadoreño y hondureño, antes, durante y luego que cruzaron Lempa camino al valle de Los Hernández, donde la población refugiada, fue asistida solidariamente por sus pobladores y las instituciones de ayuda humanitaria que trabajaban en la zona: Caritas, Médicos Sin Frontera, ACNUR, etc.

El Sumpul y El Mozote son ejemplo de lo que pudo ser peor en Lempa. La pronta respuesta de internacionales que estaban en la zona fronteriza de Honduras, como el padre Beto, el padre Manolo, Yvonne y otros, ayudaron que la masacre no fuera más numerosa. Al igual que la resistencia que realizó el naciente ejército guerrillero que operaba en la zona.

Los mártires no se olvidan

“Nos reunimos este día para hacer memoria de nuestros mártires, las víctimas que sufrieron a causa del odio de los Caínes que matan a sus propios hermanos” campesinos, “para recoger el testimonio de las víctimas que sobrevivieron” y “para dar testimonio a las nuevas generaciones” de lo que acá ocurrió, reflexionó el Obispo Luis Alberto Quintanilla al celebrar la eucaristía el pasado 17 de marzo en Lempa.

Pobladores de la comunidad Santa Marta emprendieron la marcha desde muy temprano ha Piedras Coloradas para rendir honor a sus muertos, por veredas y quebradas niñas, niños, jóvenes y adultos caminaron más de tres horas hasta el sitio donde hace 37 años murieron familiares, donde sobreviviente relataron los hechos con sentido sentimiento.

“Cuando el helicóptero ametralló y frente a mí mataron a dos ancianitas, que decían que las dos eran hermanas, la una se llamaba Sarita y la otra se llamaba Carmen. Una quedó en el agua y la otra la pasaron al otro lado del río, la quemaron. Yo no creo que iba a regresar para el otro lado”, recuerda don Manuel Antonio, aldeano de Los Hernández, quien asistió al acto de conmemoración este 17 de marzo en Lempa.

Don Manuel comenta que la primera de las internacionales que conoció fue Yvonne. “Allá arriba hay un amate que le dicen, el amate del pescadero, y cuando el helicóptero vino la primera vez, nosotros veníamos por ahí. Dice Yvonne, “yo voy al río, si defiendo 9 niños, aunque me maten a yo”. Y una mujer que tiene más valor que yo, dije, me pegué tras de ella. Cuando bajamos al río. Anduvimos con ellos, el padre Beto, el padre Manolo… cuanto sacerdote” recuerda.

Los actos conmemorativos finalizaron con una ceremonia solemne a los mártires el 18 de marzo en la plaza Central de la comunidad, donde se dijo en la declaratoria del Trigésimo Sexto Aniversario que “al conmemorar, no dejamos caer en el olvido hechos tan decisivos que cambiaron el curso de la historia para nuestro pueblo, como los de marzo de 1981, que el día de ayer y hoy recordamos, porque nuestros caídos deben perdurar en la memoria”, pues “nuestros mártires del río Lempa, ha de ser para todos nosotros un gesto obligado, por principio y por moral. Quien reste importancia a los hechos de la historia y estime que nada ganamos al recordar, se equivoca tajantemente”.

Resarcir a las victimas

La masacre de marzo de 1981 es poco conocida en El Salvador. Es así como voces de denuncia se alzan cada año para exigir verdad y justicia por las víctimas y sus familiares, quienes se niegan a olvidar y reafirman su compromiso de mantener viva esta historia.

La investigación realizada por el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington el año pasado, sobre éste operativo militar, en el cual publican y analizan seis “documentos desclasificados del gobierno de los Estados Unidos que revelan que oficiales estadounidenses estaban enterados de la matanza de civiles” en el río Lempa, aporta valiosa información y detalles de cómo ocurrieron los hechos, pero también plantea interrogantes que deben ser aclaradas.

El 23 de febrero de 2015 el Centro dio a conocer el informe “Sólo dios con nosotros: La masacre de Santa Cruz”, el caso había sido presentado por sobrevivientes de la masacre en el VI Tribuna Internacional de Justicia Restaurativa en Santa Marta en marzo de 2014.

La investigación del Centro de Derechos Humanos aporta valiosa documentación y detalles sobre estos crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la guerra civil en la zona de Cabañas, bajo la responsabilidad del DM2 de Sensuntepeque, que respaldan el testimonio de las víctimas y sobrevivientes.

El pasado 25 de febrero fue inaugurada una plaza memorial construida en las riberas del río Lempa, con el fin de dar identidad al lugar, preservar y difundir la historia, del mismo modo que lo hace la comunidad al conmemorar. 

 

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