Por Ana María González

Hablar de los hechos traumáticos acontecidos durante la pasada guerra civil en El Salvador, sigue siendo algo difícil para los sobrevivientes. En muchos de ellos son heridas que no han sanado. En este artículo recojo impresiones y sentimientos de mi madre, Verónica Escalante, sobre uno de los varios sucesos a lo que sobrevivió y que 36 años más tarde revive en su primera visita a la aldea Los Hernández el pasado 22 de abril.

Una mujer que se vio involucrada desde el inicio del conflicto, con un esposo que fue uno de los primeros en ser parte de la organización popular de la zona de San Felipe. Cocinando, haciendo ropa, aportando a su manera a la lucha es sobreviviente de tres encuentros con el Ejército Nacional, donde fue torturada, obligada a brindar información de compañeros y compañeras, pero sabiamente supo librarse de sus verdugos.

El exilio de marzo del 81 lo sufrió con sus 4 hijos menores de 10 años, un largo caminar desde San Felipe hasta el rio Lempa en donde presenció como muchos hermanos quedaban en el camino asesinados, heridos, sin poder terminar la travesía. Me cuenta1 que semidesnuda, descalza camino hacia Los Hernández, hubo un momento que “me senté decidida a quedarme ahí, solo a esperar que me encontraran y me mataran, ya no podía caminar, cada paso era doloroso, sangraba y con los 4 niños ya no podía”. Después de un tiempo compañeros que recorrían el mismo calvario le llevaron uno de sus hijos, su suegro llevó otro de los niños, “con la fuerza de saber que dos hijos iban adelante seguí”.

“Cuando llegué a Los Hernández, uno a la deriva, no pensaba nada si la gente nos iba aceptar, a recibir; buena fue la gente que nos acogieron y nos dieron refugio, la casa en donde yo estuve era de doña Juanita, era chiquita y habían varias familias, pero nos ofreció un cuartito el cual compartía con los demás, había días que comíamos y días que no, a veces las cosas que repartían no lograban llegar donde nosotros, fue una vida muy dura”.

La actividad de agradecimiento al pueblo de Los Hernández este 22 de abril por su solidaridad a refugiados fue una oportunidad para pobladores de Santa Marta de volver y agradecer a los compañeros hondureños, eso dice Verónica.

Iniciando la organización y planificación de la actividad le comenté a mamá que se iba a ir a Los Hernández y le pregunté si le gustaría ir, lo que me dijo fue “no recuerdo nada, pero voy a ver”. La negación en sí mismo es una forma de protegerse, pero se decidió a ir, desde la mañana, preparando los tamales que llevamos para el almuerzo, escuchaba decir “yo no me acuerdo”, durante todo el viaje se notaba pensativa, quizá recordando lo vivido, cuando llegamos a Los Hernández y se bajó del bus lo primero que dijo fue “yo no me acuerdo de nada”, yo le pregunté ¿De nada mamá? ¿Pero es aquí?, “si, dijo, a cambiado y también fue por otro lado que entramos”, caminamos hasta la iglesia y ella seguía buscando algo.

Cuando la actividad inició, nos acomodamos en el fondo del patio de la iglesia, los sacerdotes se arreglaron y se prepararon para iniciar y da inicio con el canto de entrada, “el 17 de marzo”, fue como un toque en el alma de mi madre, sus lágrimas comenzaron aparecer en sus ojos, todos los recuerdos dolorosos guardados en el fondo de su corazón salieron reflejados en lágrimas, lágrimas de una mujer fuerte y valiente, que el objetivo que la llevó a participar en la actividad era buscar a la señora Juanita para agradecerle su hospitalidad.

Al terminar la misa le preguntó a una mujer que la encontró parecida a la Señora Juanita y el destino y la suerte de mi madre que esa señora era su hermana, pero lamentablemente, la mujer que recibió en su casa a mi madre y más familias, ya ha muerto: “yo he venido agradecerle” le dijo mi madre “pero me tardé mucho, a usted le voy a gradecer, gracias por recibirnos, gracias por todo lo que hicieron por nosotros”, las mujeres siguieron platicando y recordando del tiempo que se mantuvo la población en Los Hernández. La actividad fue muy importante para todos y principalmente para aquellos que fueron recibidos como hermanos.

Al recorrido Verónica no quiso asistir, después en casa le pregunté por qué no había participado en el recorrido: “no quería revivir más los recuerdos”, dijo. A pesar que ya han pasado muchos años las heridas del conflicto siguen en los sobrevivientes.

Las heridas de la guerra todavía están en proceso de sanación para muchos sobrevivientes y es por ello que es importante recordar, conmemorar cada una de los hechos ocurridos durante el conflicto armado, es una forma de sanación de muchas y muchos.

 

 

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