Dos vidas dedicadas a la lucha en defensa de los más pobres de El salvador.

Por Miriam Medrano / Colaboradora.

 

(Testimonio, desde los recuerdos de una amiga personal, sobre Lil Milagro Ramírez y Marianela García Villas, dos heroínas salvadoreñas provenientes de las filas del Social Cristianismo, ambas víctimas de la represión que cobró miles de vidas durante la guerra civil en el país, ambas torturadas, ambas dirigentes del proceso salvadoreño, ambas intelectuales revolucionarias y ejemplo de mujeres comprometidas en la lucha por dar a las clases más desposeídas un futuro más humano.)

El Salvador, ha sido generoso en darnos a mujeres estelares, Lil Milagro Ramírez y Marianela García Villas pertenecen a la historia reciente del país, son herederas de Claudia Lars (1) y de Prudencia Ayala (2), fueron compañeras en la lucha de Mélida Anaya Montes, (3) y de tantas otras heroínas anónimas que lucharon durante la cruda y larga guerra civil en diferentes trincheras con el fin de dar a los más desprotegidos del país la oportunidad de un mundo mejor.

Para hablar o escribir sobre Lil Milagro Ramírez y Marianela García Villas, desde la óptica de la amistad privilegiada que tuvimos con ellas, hay que retroceder en el tiempo hasta 1963, año en que iniciamos estudios de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad de El Salvador que era entonces la única universidad del país y un faro de orientación para el pueblo salvadoreño a través del análisis, la propuesta y acción de sus estudiantes y sus docentes; ese fue el año en que comenzamos la amistad con Lil, no llegábamos ni tan siquiera a los 20 años, sin embargo, mis recuerdos de esos tiempos no son tan claros con respecto a Marianela, ya que yo finalicé solamente el primer año de la carrera y unos meses más del segundo, puesto que viajamos a Moscú a continuar estudios como parte de una política de formación de jóvenes cuadros del Partido Comunista al que yo ya pertenecía. Al parecer, algo similar sucedió con Lil, y su amistad con Marianela durante ese tiempo, ya que en una carta recibida en Moscú Lil me escribiría: ´´Hay tanto que quiero decirte que todo se me agolpa. Sobre Marianela, creo que te acuerdas de ella, no sé como había pasado inadvertida para mí, con sus cualidades tan parecidas a las nuestras, ( y no te celes que tú siempre me haces falta) pero te confieso que en algo llenó mi vacío, ¡el corazón humano es tan conforme! que una nueva demostración de afecto lo consuela, le gusta leer, la música, los idiomas, sueña con viajar como tú y como yo, tiene ambiciones grandes y somos compañeras en el idioma francés y en las ambiciones, leemos y comentamos de literatura…….¨ (4)

El Salvador, era, desde esos años, un país de regímenes militares represivos, y de desigualdades sociales profundas, que fueron el caldo de cultivo de la guerra que estallaría después, sin embargo, Lil, en ese tiempo, no tenía ninguna filiación política, no sé Marianela, aunque he leído en alguna publicación sobre ella, que ya pertenecía a la Acción Católica Universitaria Salvadoreña (ACUS), al iniciar los estudios en la Facultad.

La amistad con Lil desde un inicio fue muy intensa, vivíamos en el mismo barrio de San Jacinto a tan solo un par de cuadras de distancia, lo que sin duda influyó en la cercanía, teníamos a la base un gran amor por la literatura, los idiomas y la poesía, compartíamos estudios y sueños, nuestras familias eran similares, ya que procedíamos de familias de maestros, estábamos muy felices de encontrarnos en el reducido grupo de jóvenes que tenían el privilegio de ir a la universidad, Lil por supuesto, al igual que Marianela, era católica militante, con filiación en la Democracia Cristiana, yo venía de las filas de los jóvenes comunistas, sin embargo, eso nunca influyó en el afecto que nos profesamos, incluso Lil, con su guitarra, al igual que cantaba canciones revolucionarias cristianas, entonaba:

Cuando canta el gallo negro

Es que ya se acaba el día.

Si cantara el gallo rojo,

Otro gallo cantaría…

 

Gallo negro, gallo negro,

Gallo negro te lo advierto,

No se rinde un gallo rojo

Más que cuando ya está muerto…

El tiempo más intenso de la amistad entre las tres, se da con mi retorno de Moscú, en 1969, ya con Lil y Marianela claramente definidas dentro del pensamiento social cristiano, un cristianismo ya comprometido con la opción preferencial por los pobres, un cristianismo impregnado de Medellín y Puebla, del que formaban parte un grupo de muchachos y muchachas de esa misma ideología que me acogió fraternalmente, a través de Lil, entre ellos se encontraban Rubén Zamora, quien es hoy representante de El Salvador ante Naciones Unidas, María Ester Chamorro, quien luego se convirtió en su esposa y a quien perdimos recientemente, Jorge Cáceres, quien fue hecho prisionero y torturado, Rina Angulo, Meme Umaña, quien nos colaboró generosamente en la elaboración del libro sobre Lil ¨Lil, Milagro de la esperanza¨, que salió a la luz hace casi dos años, Francisco Díaz, quien es actualmente superintendente del sistema financiero en El Salvador, Eduardo Colindres, Luis Felipe Alan, y otros muchachos y muchachas, todos cristianos, todos brillantes, todos comprometidos con los pobres del mundo y de El Salvador en particular.

Los recuerdos de entonces son nítidos, las muchachas con minifaldas, medias caladas, botas y el pelo largo, los muchachos con camisas de manta, y chancletas, muy estilo informal hippie en el vestir, jóvenes que discutíamos y paseábamos, que leíamos mucho y que íbamos al mar, al cine, al teatro, a compartir algo de comer o tomar en los restaurantes familiares de la época, siempre juntos.

Comenzamos a trabajar en la Universidad de El Salvador, como jóvenes instructores, Lil brevemente en la Fac. de Derecho, al igual que Jorge y Rubén en la misma facultad, quedándose un poco más. A mí me tocó la Facultad de Humanidades, en el departamento de Filosofía, en donde un poco más tarde, entraría también a trabajar Marianela, quien, además de ser abogada, tenía el grado de Licenciada en la especialidad.

Ya para cuando Marianela entra a trabajar a Filosofía, Lil no estaba con nosotros. Ella toma la decisión de pasar a la clandestinidad en Julio de 1970, lo que, de alguna manera, comenzó a desintegrar ese grupo de oro que la vida tuvo a bien regalarnos, la situación estallaba, el Che Guevara había sido asesinado en Bolivia, en el 67, la primavera de París estalla en el 68, Camilo Torres unía el evangelio al fusil, los maestros en El Salvador realizaban grandes y heroicas jornadas de lucha, los sandinista luchaban en Nicaragua, los tupamaros en Uruguay, las organizaciones que posteriormente integrarían el Frente Farabundo martí para la liberación Nacional (FMLN), estaban en plena gestación, toda América Latina estaba se incendiaba, el militarismo sembraba terror, tortura y muerte, y Lil nos dio entonces la sorpresa: Bajo la pantalla de ir a continuar estudios de posgrado en Francia, tomó el camino de la clandestinidad y se convirtió ya en la leyenda, fue una de las figuras pioneras de la lucha armada en el país, muchacha totalmente consciente de su deber y de ser capaz de demostrarlo no solo en palabras, sino en los hechos, pensamiento y acción consecuentes unidos en esa muchacha excepcional que fue Lil Milagro Ramírez.

La entrada de Lil a la clandestinidad nos unió más a Marianela y a mí, si ya no la teníamos, entre nosotros, por lo menos nos teníamos la una a la otra, además, el trabajar juntas en el Departamento de Filosofía nos unía aún más, preparábamos clases conjuntamente, solíamos ir con Jorge, con Meme o con Francisco, y otros compañeros del grupo, a diversos lugares juntos, aunque la falta de Lil se sentía profundamente. Marianela seguía en la Democracia Cristiana, por la cual llegó incluso a ser diputada en la asamblea legislativa, comenzando de esa manera a ser figura política pública en el país. Excelente polemista, sabía exponer con elegancia y sin aspavientos sus razones, era serenamente certera en la discusión, no ofendía, argumentaba. Nunca la escuché altisonante, ni siquiera con corrientes expresiones ¨vulgares¨, que todos utilizábamos.

En el departamento de Filosofía, también trabajaba el Dr. Mariano García Villas, padre de Marianela. De modo que padre e hija estaban juntos también en el campo laboral. El Dr. García Villas era un señor inteligente, jovial, muy culto, muy caballero, de origen español quien había llegado a El Salvador cuando el franquismo lo expulsó por ser partidario de la república, y a quien le agradaba charlas con los amigos de su hija, sobre diversos tópicos que siempre eran enriquecedores. La madre de Marianela, Doña Antonia Sanabria ¨La niña Toñita¨ Salvadoreña originaria de Suchitoto, se ocupaba de la casa, solíamos reunirnos en su casa de la calle Gerardo Barrios, cerca del mercado central, el cuarto de Marianela estaba en la segunda planta en donde a la entrada había un rótulo con el nombre ¨MACONDO¨ por el pueblo mítico Garcíamarquiano, con letras amarillas y fondo verde. En ese lugar, charlábamos, discutíamos, Lil con su guitarra le cantaba a Camilo Torres, símbolo del sacerdote guerrillero,

Donde cayó Camilo quedó una cruz

Pero no de madera, sino de luz, por el pueblo me

Lo mataron cuando iba con un fusil

Camilo Torres muere para vivir

 

Dicen que allá en el cielo se oyó una voz

Era Dios que gritaba revolución,

Revise las sotanas, mi general,

Que en la guerrilla bien cabe un sacristán…

 

Lil quería muchísimo a Marianela, incluso le había inventado una copla española que le cantaba batiendo palmas al estilo flamenco:

Any García Villas,

Eres la maravilla,

Y la sal de la villa

De Madrid…,

Marianela coreaba con Lil y con todos, pintaba además, en el pasillito vecino a su dormitorio, había un caballete con un autorretrato, y me regaló un cuadro en cartulina al que tituló L´Humanité, que representaba siluetas masculinas estilizadas, sin rostro, que ascendían en estatura desde el final del cuadro hasta un primer plano con la figura agrandada como significando una evolución, un camino andado, un desarrollo, sobre un fondo verde oscuro y con las siluetas variopintas, solía, además, coserse su propia ropa con ayuda de patrones de costura, tenía como favorita, una chaqueta de cuero con flecos, que le sentaba muy bien, se cortaba ella misma su cabello largo, tomando primero un mechón que le servía de guía para emparejarlo con el que seguía. Al igual que con Lil, intercambiábamos ropa, fue de esa manera que me di cuenta de que veía a Lil ya en la clandestinidad, cuando al llegar a mi casa, vestía un trajecito de color rosado que Marianela misma había compartido conmigo, fue un descubrimiento, ya que Lil negaba totalmente el haberla contactado. Supongo que también le negaba a Marianela el haberme contactado a mí. Fue un momento muy importante, aunque no lo comentamos, seguramente Marianela también supo que Lil me veía, pero, como dije, nunca lo comentamos.

El rostro de Marianela era redondo con unos hermosos ojos oscuros de pestañas alargadas, tenía la piel clara, era delgada, nunca la vi ganar mucho peso, debe de haber medido aproximadamente 1.60mts., teníamos las tres casi la misma estatura. Mi recuerdo fundamental de ella es con el pelo largo y lacio. Era una transgresora tranquila, recuerdo que cuando recibió el grado de Filosofía, simplemente fue a recibirlo con el vestido de color morado con el que había ido a trabajar ese día, en lugar del negro obligatorio de las graduaciones de la universidad, le gustaban los collares, y en una ocasión recuerdo que, llevando yo uno dorado de pescaditos me dijo que ese collar le pertenecía a ella por su filiación social cristiana, por supuesto, inmediatamente el objeto cambió de dueña.

Siendo tan similares, eran diferentes: Lil era extrovertida, parlanchina, gesticulaba, exhibía su alegría de vivir ante el mundo como un trofeo, muchacha de sonrisa permanente, abría su corazón y su inteligencia con suma facilidad, compartía sus pensamientos, ilusiones, y conocimientos a viva voz. Marianela interiorizaba más sus emociones, incluso dentro del grupo de amigos, creo que a quien Marianela más se confiaba era a Lil, al partir ésta, creo que yo ocupé su lugar, pero no fue fácil. Marianela no confiaba sus sentimientos con facilidad, tenía un estoicismo diferente al de Lil, pero al término del camino, eso no hizo diferencia, las dos finalizaron inmortalizadas en la historia de la patria, las dos son dos de nuestras más hermosas heroínas, las dos fueron mártires de un cristianismo que tenía a los pobres como su opción preferencial, las dos siguen juntas en el corazón del pueblo.

A Lil la hacen prisionera en 1976, un año después del asesinato, por parte de sus propios compañeros, de Roque Dalton, el poeta que la acompañaba en la lucha y en la intimidad. Nos angustiábamos, con Marianela, de los horrores que se contaban sobre su cautiverio, hubo varios intentos de sacarla de la prisión, todos fallaron, fue salvajemente torturada y violada, finalmente, en 1979, fue asesinada. Pasó años, en prisión, se dice que perdió la razón y que había encanecido, tenía 33 años cuando finalmente la mataron. Al igual que Marianela, no tuvo hijos, sacrificaron su ansia maternal a la lucha del pueblo, pero todos los hijos e hijas nuestros son hijos también de Marianela y Lil.

Marianela siguió un camino valiente y luminoso en la defensa de los derechos humanos, fue candidata al premio Nobel de la paz, pudo estar cerca de Monseñor Romero, nuestro santo mártir, se dedicó, con su serenidad y su firmeza a ver injusticias, cadáveres de torturados, violaciones a los derechos humanos y a denunciarlos y demandar, al igual que Monseñor, que cesaran. La asesinan cerca del pueblo originario de su madre, Suchitoto, en un lugar llamado La Bermuda, el 14 de Marzo de 1983, cuatro años después de que los mismos esbirros asesinaran a Lil. También fue lastimada, también sufrió violación, pero su dolor lo canalizó redoblando su lucha. La tumba de Marianela se encuentra en el cementerio de los ilustres, en San Salvador. Dos amigos de la solidaridad italiana, Anselmo Palini quien es a su vez biógrafo de Marianela, y Enza D´Agosto (¡benditos sean!), que tienen una asociación con el nombre de Marianela, en su tierra natal, lo averiguaron. Sus restos están en el panteón de la Beneficencia Española de dicho campo Santo. No tenemos tumba de Lil, tampoco de Roque, simplemente, como a tantos otros, los desaparecieron.

Ambas se querían muchísimo, ambas fueron diáfana y totalmente firmes hasta el final, su amistad trascendió la esfera del cariño fraternal al amor profundo por el pueblo y su lucha, Lil respetaba enormemente a Marianela precisamente por eso, los nombres y memorias de estas dos revolucionarias cristianas, su calidad humana, su entrega, su coherencia entre teoría y práctica, son ya parte del legado que una constelación de mujeres estelares ha dado nuestra patria. No debemos ni podemos permitir que su pensamiento y su ejemplo se olviden, escribir sobre ellas es mantenerlas siempre con vida.

Lil ya tiene su libro, ojalá nos fuese posible escribir otro libro completo sobre Marianela, en donde pudiéramos incluir sus pinturas, su pensamiento, sus papeles personales, si existen, tal vez la familia de Marianela, así como hizo la familia de Lil, pudiera confiarnos ese material precioso y seguir escribiendo sobre ellas. Ojalá pudieran leer estas líneas, ojalá pudieran ayudarnos en esto.

La vida nos permitió poder escribir sobre estas dos muchachas maravillosas con quienes tuvimos el privilegio de compartir sueños, tiempos y luchas. Trabajamos porque la memoria histórica del país no se pierda. Esa es nuestra tarea, eso tratamos de hacer.

Hasta siempre, Marianela… Hasta siempre, Lil…

San Salvador, Septiembre de 2015.

 

  • Llamadas.

  1. La más relevante poetisa salvadoreña. De exquisito estilo, supo incluir en su obra poesía social además de su fino lirismo, Fue crítica en su reclamo poético del ser femenino e indígena.

  2. Mujer rebelde, de raza indígena que fue precursora de los derechos del feminismo en El Salvador, Transgresora por excelencia, se proclamó candidata a la presidencia de la República ante el asombro y la burla de una sociedad conservadora que no comprendió su estatura. Figura cimera de las mujeres salvadoreñas.

  3. Maestra revolucionaria, Iniciadora de la lucha magisterial en El Salvador. Dirigente del FMLN. Intelectual de la educación.

  4. ¨Lil: Milagro de la Esperanza¨ Comp. Miriam Medrano, Laberinto Editorial 2013. P. 305. 1ª edición. San Salvador.

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