La década del 80 registra una serie de acontecimientos que cambiaron el rumbo de poblaciones enteras en el país y Santa Marta en Cabañas es una de esas comunidades para quienes la guerra no fue algo contado en televisión o la radio, para sus pobladores, la guerra cambió drásticamente el curso de sus vidas.

Toda historia siempre tiene un antes y un después, para esta comunidad histórica, la guinda a Mesa Grande en 1981 y la repoblación de 1987, son dos puntos de inflexión en la historia reciente y futura. Sin tener en cuenta estos momentos difícilmente se podrá comprender los hechos venideros, de ahí la importancia de realizar un registro de la historia en la forma más precisa y completa posible.

Hay verdades inherentes en el proceso y podemos señalar que también hay luchas de las que no se puede prescindir si se quiere mantener el espíritu de unidad y comunidad.

La primera lucha que se debe realizar con empeño suficiente es la de documentar la historia comunitaria de las más diversas maneras con el fin que las nuevas generaciones cuenten con los detalles suficientes para comprender su pasado, que les da identidad y orienta su futuro.

Junto a esta tarea histórica las actuales y futuras generaciones deben preocuparse en afianzar un relevo generacional leal al interés comunitario, el cual debe asegurar la defensa del proyecto comunitario.

La tierra comunal por ejemplo representa para Santa Marta el bien más preciado que ha de ser entregado a las presentes y futuras gene-raciones como garantía para una vida más justa y digna. ¿Qué sería un campesino sin tierra donde trabajar y vivir? Un vagabundo esclavo de su propia desgracia.

Hemos en este sentido combatir esa idea mezquina de acaparar en forma desenfrenada. Para que habría valido tanta lucha y sacrificio si al final llegamos al mismo término de poseer a costa que otros no tenga ni donde vivir y trabajar. En una sociedad no todos los individuos prosperan en iguales condiciones, así qué ha de ser la comuni-dad la que asegurare esta regulación.

En Santa Marta la mayoría de familias recibieron tierra para trabajar y adicional a esta tierra está el patrimonio comunitario. Pues esta última a de preservarse así y ampliarlo en la medida de lo posible, con el fin de dar sentido y garantía al concepto comunidad.

El siguiente gran reto radica en cómo mejorar el sistema de salud comunitario y educativo, teniendo en cuanto que hoy a diferencia de años atrás se dispone de más recurso humano capacitado para hacer mejoras sustanciales. La cantidad de profesionales en salud de Santa Marta puede ser suficiente para impulsar un modelo comunitario de alto nivel.

Los profesionales en otros diversos campos del conocimiento deben ayudar a replantear un nuevo modelo educativo para que las nuevas generaciones de estudiantes tengan la posibilidad de ampliar sus estudios y aporte a la sociedad en la ciencia, la tecnología, la política, la salud, el arte, etc.

Nada fácil y no menos importante es la necesidad urgente de replantearse el modelo comunitario de organización. Difícilmente se puede superar lo alcanzado hasta hoy, defender estas conquistas y avanzar en su profundización, si no contamos con la organización necesaria y consciente para hacerlo posible, de ahí, lo que se convierte en una tarea apremiante.

Los detractores y problemas han existido, existen y existirán siempre, eso es así, pero el problema no es que existan, el verdadero problema es que la comunidad no esté preparada para defenderse y avanzar. Y en verdad creemos que urge impregnar una serie de mejoras al modelo comunitario de organización que permitan superar una serie de dificultades que hoy se tienen.

Podrían mencionarse muchas otras cosas, pero consideramos que he-mos dicho en términos generales aquellas decisivas para la continuidad de la visión del proyecto comunitario Santa Marta a 29 años de su primera repoblación.

 

­